miércoles, 31 de mayo de 2017

Ponme un café que colecho

Precedentes

Marge: I'm afraid we're going to need a bigger house.
Homer: No, we won't. I've got it all figured out. The baby can have Bart's crib and Bart'll sleep with us until he's 21.
Marge: Won't that warp him?
Homer: My cousin Frank did it.
Marge: You don't have a cousin Frank.
Homer: He became Francine back in '76. Then he joined that cult. I think her name is Mother Shabubu now.

Cuando era niño, este era mi único recuerdo de alguna referencia sobre niños que dormían en la cama de sus padres. Ha llovido desde entonces.

Colecho: el secreto a gritos

Tener hijos te descubre una parte de la realidad que hasta ese momento sencillamente no veías. Llevo dos años y medio inmerso en esa nueva realidad desde que nació mi primer hijo y uno de los descubrimientos más sorprendentes es que hoy en día la mayoría de los padres pone a dormir a sus hijos pequeños en su cama (la de los padres), normalmente casi desde el nacimiento, durante algunos años (digamos entre 2 y 7 años). Lo tenemos bien atestiguado en familias de Alemania y España, pero lo hemos visto en muchas familias culturalmente relacionados con países tan diferentes como Siria o Estados Unidos, pasando por China o Brasil. De hecho lo vemos en todas las culturales con las que tenemos algún contacto. Digo la mayoría y no sé si eso es el 95% o el 55%, pero sí percibimos que es claramente más de la mitad.

Hasta hace algunos años esta situación se mantenía más o menos en silencio. Poco a poco se va normalizando e incluso se le ha puesto un nombre: colecho (sustantivo) o colechar (verbo): yo colecho, tú colechas, él colecha, nosotros no colechamos, pero a eso llegaremos. Digo que la situación se ha normalizado parcialmente porque en realidad uno nunca ve que los padres hayan tomado la decisión de manera tan consecuentemente como para que el niño no tenga cama en su cuarto. No sabéis la cantidad de camas vírgenes que hay hoy en día en los cuartos de retoños, esperando ser desfloradas con el sueño del infante. Tampoco los padres suelen explicar esto a la primera posibilidad que tienen, por lo que resulta algo complicado en realidad saber quién colecha y quién no colecha.

Ahora mismo entre los lectores de este post tiene que haber dos respuestas muy diferentes.
  1. "Cuéntame algo nuevo; no entiendo por qué te has tomado el tiempo de escribir estas obviedades" pensarán la mayoría de padres jóvenes
  2. "Pero de qué estás hablando???????" pensarán tanto los padres de hijos adultos, como la gente que no tiene hijos
Ahora que todos estamos en la misma página, vamos a seguir por detallar por qué he querido escribir este post. En primer lugar porque en las redes sociales en los últimos años he visto exclusivamente opiniones favorables que no comparto. En segundo lugar, porque creo que muchos padres empiezan poniendo a dormir al niño en su cama algunos días que llora mucho cuando es muy pequeño; esto se repite varias veces durante las siguientes semanas, se va convirtiendo en norma y de pronto uno aprende la palabra colecho y se da cuenta que lleva practicando colecho desde hace meses o años. Es decir, el colecho se implanta de manera orgánica sin saber muy bien cuáles van a ser las repercusiones. Porque si el llanto de un bebé de pocos meses para dormirse es doloroso, tienes que probar el llanto de un niño de 4 años que ya puede rogarte que por favor mamá, papá, llevadme a vuestra cama, que os quiere mucho y que tiene mucho miedo.

Pero el argumento más importante para escribir este post fue que creo que el discurso sobre el colecho oculta de manera activa tres problemas importantes.

"Hoy en día los niños duerme con los padres"

Los padres que colechan han ido saliendo del armario a golpe de post y de redes sociales. Bebes y más es un buen ejemplo de web donde se da una imagen entusiasta del colecho. Algunos ejemplos de post del sitio:
El discurso, las bromas, las expectativas, los regalos van haciendo que el colecho parezca hoy en día la opción por defecto para padres inseguros que acaban de recibir una criatura y que, efectivamente, se duerme mejor en la cama de los padres que en su cunita. Como alguien de nuestra familia resumió una vez "bueno, hoy en día los niños duermen con los padres".

Los argumentos que se mencionan a favor del colecho son varios:
  1. el niño se duerme mejor
  2. está más cerca de la cama por lo que se le atiende más rápido
  3. facilita dar el pecho
  4. la cercanía física es mayor
  5. los niños y los padres lo disfrutan
Los argumentos en contra del colecho que a nosotros nos dieron en la clínica fue que aumenta las probabilidades de muerte súbita y que el niño tiene riesgo de pasar mucho calor o de que le aplastemos. No están mal los argumentos. Claro que los estudios de muerte súbita están basados en pura estadística y no tenemos la menor idea de qué la causa, por lo que sus resultados pueden estar afectados por la selección de la muestra. Lo que nos recomendaron fue que durmiese durante los primeros meses en una cuna en nuestro cuarto y que posteriormente durmiese en su propio cuarto.

No voy a intentar desmontar los argumentos. Los argumentos a favor pueden ser verdad y los argumentos médicos pueden ser contrarrestados con camitas especializadas para el colecho. Sencillamente creo que el colecho trae también aspectos negativos que en mi opinión acaban pesando más que los positivos.

Dormirse con los padres no es una necesidad

Ante las enormes inseguridades que unos padres jóvenes padecen una de las maneras para saber si uno está haciendo algo con sentido  es preguntarse: "¿qué necesita realmente mi hijo?". Y en realidad un niño necesita cosas sencillas: alimento, cariño, aprobación, atención, reglas que pueda entender, descanso, sentirse seguro, poder aprender cosas nuevas, contacto social...

Creo que el colecho no aporta nada esencial a ninguna de estas áreas que no pueda dar a mi hijo de otra manera. Sí, por supuesto que le das cariño durante el colecho y (sobre todo al principio) el niño coge el sueño más rápido que si está solo. Pero podemos darle al niño sobredosis de cariño de otras maneras. Y una vez se acostumbre a dormir solo, el niño se dormirá igual de rápido con o sin progenitor.

"¿Pero por qué buscas otras maneras cuando puedes colechar?" me preguntarán. Ah amigo, ¡porque el colecho trae un reverso tenebroso que nadie cuenta!

Antes de pasar al lado tenebroso, explico un poco nuestra experiencia. Nosotros tuvimos muy claro que queríamos que nuestros hijos durmiesen en su propia cama o cuna por diferentes razones. Supongo que en parte tuvo que ver que nuestra pedagoga favorita, Cris Poli, Supernanny Brasil, argumenta fuertemente a favor de que los niños duerman en su cama. Lo que hacemos nosotros para llevarle a la cama es tener una rutina fija a una hora fija para que entienda que ya se va a la cama: bajar la persiana, ponerse el pijama, lavar los dientes, sentarse en su cama con él, leer una historia, orar, cantar una canción y apagar la luz. Tanto él como yo sabemos cómo es la rutina de ir a la cama, tiene diferentes fases breves, pasamos tiempo de calidad juntos y tiene un fin marcado.  Si se duerme en el mientras, bien; si no, se duerme después solito en su cama.

En algunos momentos del día hicimos pasos que se acercaban al colecho. Por ejemplo, durante el primer año de vida, nuestro hijo mayor se dormía durante la rutina de ir a la cama. Se acostumbró tanto que cuando le poníamos en la cama se despertaba. Había desarrollado una dependencia total de nuestra presencia física para dormirse y quedarse dormido aunque no colechábamos. Con el tiempo nos dimos cuenta que no lo queríamos hacer así y le desacostumbramos.

El lado oscuro del colecho

A las palabras de amor
les sienta bien su poquito
de exageración.
Antonio Machado

Estos versos de Machado son tan válidos para palabras de amor romántico como de amor parental. Porque cuando decimos cosas como "haría lo que fuese por mis hijos", quedamos muy heroicos, pero en realidad tendríamos que medir algo mejor lo que decimos: eso que voy a hacer consigue una necesidad básica de mi hijo? Es un capricho suyo? Cuánto trastorno me va a conllevar? Podríamos estar haciendo otras cosas juntos?...

Lo sé, sueno como un mal padre egoísta al que no le importan sus hijos. La cuestión es que quizás si tu hijo pudiese elegir fríamente, quizás elegiría a un padre menoss irritable que no 9 horas de sueño cuerpo a cuerpo. Ya sabes, en los aviones los adultos se ponen la máscara de oxígeno antes que los niños. No se hace por egoísmo, sino por pura supervivencia de ambos.

La enorme mayoría de opiniones sobre el colecho obvian tres puntos esenciales:
  1. el tiempo que lleva
  2. la vida sexual de la pareja
  3. el descanso de los padres
Empecemos por el menos importante: el tiempo.

Qué práctico es el colecho! ... al principio

En los primeros meses de existencia, un bebé es una criatura que duerme, come y aguanta un ratito despierto y se vuelve a dormir. Duerme tantas siestas al día que en realidad su estado natural es dormido, solo que hace pausas para despertarse. Una de esas siestas tiende a coincidir con los padres yéndose a la cama entre 10 y 12. Si uno tiene suerte, los tres os dormís al mismo tiempo y si tienes más suerte el bebé aguanta durante ese sueño más que durante las siestas del día.

Con este ritmo es muy práctico llevarse al bebé a la cama, que la mamá pueda darle el pecho ahí y que se duerme más rápidamente y con menos lloros. ¡Genial!

El problema es que esa fase dura en realidad relativamente poco tiempo, digamos entre 4 meses y 1 año. Durante el segundo semestre de vida, el niño irá durmiendo menos siestas, el sueño de la noche irá siendo cada vez más largo, le querremos poner a dormir antes de nosotros irnos a la cama, y probablemente la mamá le dejará de dar el pecho. Si los padres siguen colechando, lo que antes era práctico se convertirá en un engorro porque el niño no aceptará simplemente dormir en la cama de papá y mamá: lo que él quiere es que tú te quedes con él. Esto significa que:
  • papá o mamá tendrá que irse a la cama con el niño
  • tumbarse con él hasta que se duerma
  • salir del cuarto sin que se despierte
  • orar para que el niño no se despierte mientras nosotros estamos en el salón hasta que nos vayamos a la cama
Y estos pasos vienen después del largo día de actividades/trabajo; y al final de la tarde-noche, que es de traca con su baño, cena, pijama, recoger, pañal, limpiarse los dientes, leer historia... Cuando ya estamos agotados y nos apetece hacer relajarnos en el sofá, tendremos que estar 15, 30, 45, 60, 90 minutos tumbados con el niño cantando, haciéndole caricias o cualquier cosa a la que le hayamos acostumbrado. Si a los 57 minutos de estar tarareando la misma canción sientes que empiezas a perder contacto con la realidad, tranquilo. Y cuando creas que está dormido, te gires para irte, y el niño empiece a llorar de nuevo, sentirás que la caja de Pandora de tu cráneo se ha descuajeringado. Tranquilo, eso es causa de tu naturaleza humana.

Muchos padres cuentan medio en broma medio en serio historias tortuosas sobre las cosas que tienen que hacer para que sus niños se duerman y ellos puedan salir de su cuarto. Al fin y al cabo, colechar hace que el niño tenga una dependencia directa de la presencia de los padres para poder dormirse. Creo que a medio plazo esto no es bueno ni para los padres ni para el niño. Al fin y al cabo para el pequeño tampoco tiene que ser un plato de buen gusto despertarse tantas veces solo porque papá o mamá tiene que irse no sé adónde.

Sexo: bienvenido al club de una vez al año

Hablemos de eso que nuestra sociedad idolatra pero que tanto nos cuesta tratar de manera normal. Las opiniones sobre el colecho tienden a ignorar de manera olímpica el aspecto sexual. Vamos a constatar algunas obviedades: la vida sexual de una pareja se resiente por el embarazo, el parto y los hijos. Independientemente de cómo fuese antes la vida sexual, cómo de problemático fuese el embarazo y parto, y en qué fase los hijos se encuentren, el sexo tiende a ser menos espontáneo y menos frecuente. No significa que antes fuese maravilloso y después horrible, simplemente no resulta tan fácil. ¿Hasta aquí todos de acuerdo? Vale. En caso de que antes de tener hijos la pareja tenía la tendencia de tener relaciones sexuales principalmente en su cama y durante la noche, tengo una mala noticia para ellos: ese sitio y ese momento han sido conquistados.

¿Se puede hacer en otro sitio o en otro momento? ¡Claro! Pero creo que es obvio que el colecho acaba resultando un extra de dificultad para la vida sexual. Con hijos es más difícil que antes; con hijos y colecho es extra difícil. Si esta situación se extiende durante meses, un año, un par de años, algunos años... una parte de la relación entre la pareja puede verse dañada. De hecho conocemos algunas parejas en las que uno de los progenitores, normalmente el padre, pasa a dormir al sofá o en el cuarto del niño, con lo que se crean delirantes escenas de tiarrones de 90 kilos, treinta y tantos y cuarenta tacos y bigote, durmiendo en camitas de princesa de 1 metro por 1,50 metros. La risa... O mejor dicho: las lágrimas...

¿Te acuerdas cuando dormíamos 4 horas del tirón?

Igual que con la actividad sexual, el descanso resulta más difícil con niños (para las mujeres esa dificultad empieza con el embarazo): despertarse entre dos y cuatro veces como mínimo por la noche durante el primer año de vida del bebé es estándar, duerma el niño donde duerma. Ahora bien, lector que no tienes niños, imagínate que te pones un peluche relativamente grande en la cama y que duermes con él. Ese peluche está motorizado, tiene pilas y está programado para realizar una serie de funciones de manera absolutamente random durante toda la noche, entre ellas:
  • girarse
  • gatear en cualquier dirección 
  • extender las extremidades
  • dar patadas
  • darte besos o chuparte
  • bajarse de la cama
  • hablar
  • llorar
  • cantar
  • mamar del pecho de la madre
  • otras funciones random que va aprendiendo y que no están especificadas de fábrica
¿Qué tal serían tus noches?

Todo esto sería muy gracioso si no fuese porque esto ocurre en los días buenos y en los días malos, esos días en los que los padres están frustrados, cansados, enfadados; al día siguiente tienen tareas desde las 7 de la mañana, y durante la noche duermen de culo. Y piensan que llevan sin dormir más de cuatro horas del tirón desde hace 5 años sin que alguien le ponga el pie en la cara.

Es obvio que la pareja duerme peor con el niño en la cama que con el niño en su propia cama. A esto hay que añadirle la preocupación de que no le causemos algún daño serio porque tenga demasiado calor (debajo de la manta y con dos cuerpos al lado), nos giremos y le aplastemos o que se caiga de la cama (¡para algo las cunas tienen barrotes!). El sueño es una necesidad básica no solo para el niño, también para los padres. La falta de sueño nos hace estar más cansados, más irritables y eso nos hace, al final, ser peores padres.

Conclusión

El colecho tiene ventajas y desventajas. Creo que las ventajas que aporta no son esenciales para el niño, aunque sí que puedan ser prácticas durante los primeros meses de vida del niño. También es cierto que durante los primeros meses de vida es cuando el colecho puede causarles mayores daños al bebé (calor, ahogarse) si no tomamos las medidas necesarias. A medio y largo plazo creo que el colecho causa problemas esenciales para los padres (falta de sueño, falta de tiempo, menor intimidad) y crea al niño dependencia de sus padres para dormir.

Cada pareja, obviamente, es libre de hacer lo que quiera. Pero la pareja debería discutir las ventajas y desventajas que tiene en el medio y largo plazo y no dejarse llevar porque una noche el niño lloró mucho y la cosa se nos fue de las manos.

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